Insolvencia y el futuro del emprendimiento en América Latina: ¿Un freno o un impulso resiliente?


Por Carlos Alberto Ferro
[1]

Introducción: El concurso como catalizador de la resiliencia en la era digital
América Latina, tierra de creatividad y empuje, es escenario de un vibrante ecosistema emprendedor. Según un informe del año 2024 [2]  es la región más emprendedora del planeta: un 33% de las mujeres y un 37% de los hombres tiene intención de emprender y el 21% de las mujeres y el 25% de los hombres en la región está creando o tiene una nueva empresa.

Cada año, miles de startups y PyMEs emergen, impulsadas por la promesa de la innovación y, cada vez más, por la facilidad de acceso al crédito que ofrecen las plataformas digitales. Atrás quedaron los días de largas esperas bancarias; hoy, muchos deudores toman créditos deslizando sus dedos en una pantalla. Esta agilidad, si bien democratiza la financiación, encierra una paradoja: expone a los emprendedores a nuevos y complejos riesgos de sobreendeudamiento, cuya génesis está teñida por el «velo algorítmico”

Ante esta realidad, surge una pregunta fundamental para la resiliencia económica de nuestra región: ¿son nuestros actuales marcos de insolvencia un freno para el ecosistema emprendedor, o pueden transformarse en un verdadero impulso hacia la segunda oportunidad y el aprendizaje, desterrando la vieja idea de que el concurso es una sanción?

I. El «Velo Algorítmico»: un nuevo terreno para los viejos desafíos del sobreendeudamiento

Los algoritmos, definidos como la búsqueda de patrones a partir de datos, han sido también llamados «armas de destrucción matemática«.[3] Lejos de ser herramientas neutrales, operan como complejos sistemas que no solo interpretan, sino que activamente moldean y condicionan el comportamiento financiero de los usuarios. La velocidad con la que las plataformas tecnológicas influyen en los hábitos de consumo y endeudamiento trasciende los tiempos legislativos, obligando al derecho concursal a una adaptación y respuesta más veloz a la realidad económica digital. [4]

Para el emprendedor latinoamericano, estas plataformas representan una aparente tabla de salvación, especialmente en países como México y Argentina, donde las recurrentes crisis económicas y la inestabilidad han erosionado la confianza de la población en el sistema financiero tradicional, impactando negativamente sus ahorros y su percepción del crédito bancario.[5] Pero ¿son realmente conscientes del poder que tienen los algoritmos sobre sus decisiones de endeudamiento? La pregunta en materia de sobreendeudamiento ya no es qué hacen los algoritmos con los deudores, sino qué hacen con su capacidad de proyectar alternativas.

La inherente falta de transparencia en la valoración crediticia y la interconexión del sistema digital contribuyen a la opacidad en las operaciones, dificultando la visibilidad de los riesgos y la verdadera situación financiera del deudor digital lejos de las regulaciones bancarias. Esto se vuelve crítico cuando el emprendedor, en su afán por crecer de forma apresurada, asume pasivos sin una comprensión plena, llevando a menudo a escenarios de insolvencia donde la raíz del problema es más cultural que meramente financiero y tecnológico.

II. Desestigmatizar el fracaso: del concurso como condena a la reestructuración como aprendizaje

Nuestra cultura latinoamericana, en muchos aspectos, aún carga con un fuerte estigma asociado al fracaso empresarial. Esta aversión al riesgo y a la visibilidad del ‘tropiezo’ se extiende incluso a la inversión, donde los latinoamericanos siguen alejados de las inversiones en bolsa y la brecha con países como los Estados Unidos se amplía.

Según señala BlackRock,  uno de los retos para la inclusión financiera en la región es, precisamente, la falta de productos y servicios adaptados a las realidades económicas de grandes segmentos de la población, que se transforma en un freno para las startups.[6] Bajo esta línea cultural, el emprendedor que atraviesa una situación de insolvencia es, a menudo, visto como un «frustrado», y el concurso, como una «reprobación» o el “fin de su vida productiva”, quedando desterrado del circuito de los negocios y la inversión.

Esta percepción, enraizada en usos y costumbres que preceden a las normas, es un freno invisible pero poderoso para la innovación. ¿Cómo podemos esperar que los emprendedores tomen riesgos, aprendan de sus errores y busquen nuevas soluciones si el sistema legal y social sanciona la caída en lugar de ofrecer una pista de aterrizaje para el reinicio?

La realidad es que el concurso de acreedores es, por esencia, una herramienta jurídica diseñada para la reestructuración y la reorganización, no para la aniquilación comercial. Es un mecanismo que busca equilibrar los intereses del deudor y los acreedores, permitiendo que un proyecto viable se recupere, o que un individuo pueda reinsertarse en la economía. En el contexto emprendedor, esto significa que el proceso concursal, lejos de ser un final, debería ser el «pivot legal» que le permita al emprendedor aprender de la experiencia, ajustar su modelo de negocio o incluso iniciar uno nuevo con mayor conocimiento y madurez. Nadie aprende con una sola caída

III. El «Pivot Legal»: concursos como plataformas de reinvención y capitalización de errores

¿Cómo podemos diseñar sistemas que permitan a los emprendedores «fallar rápido» y aprender, sin quedar arruinados de por vida? Para lograrlo, el derecho concursal debe integrar profundamente la comprensión tecnológica de cómo se gesta la deuda hoy. Reconozcamos que el software no solo redefine el patrimonio del concursado, sino que también ofrece métodos sofisticados para la detección de irregularidades y la reconstrucción de operaciones financieras.[7] Esto nos exige pasar de una evaluación meramente contable a un análisis que integre las particularidades de las deudas digitales y la sutil, pero poderosa, forma en que los algoritmos influyen en la voluntad tanto del consumidor como del propio emprendedor.

Aunque el consumidor digital y el emprendedor son sujetos distintos frente al sobreendeudamiento, ambos convergen en la era actual por su profunda interacción con la tecnología y los algoritmos que modulan sus decisiones financieras. Si bien el consumidor puede caer en deudas por la facilidad del crédito online o el impulso de compras digitales, el emprendedor enfrenta un riesgo adicional al financiar proyectos innovadores o expandirse rápidamente, a menudo sin una base sólida de educación financiera para navegar el complejo ecosistema digital. No obstante, la solución a su vulnerabilidad reside en un enfoque común: la capacitación preventiva que los empodere para comprender y gestionar los riesgos inherentes a esta nueva realidad económica ya sea para el consumo personal o para el desarrollo empresarial.

IV. Hacia un ecosistema de resiliencia: El rol de políticas públicas y la tecnología para la «segunda chance»

La educación financiera digital y el apoyo institucional juegan un papel decisivo en la mitigación del riesgo de insolvencia para los emprendedores, permitiéndoles navegar el complejo mundo del crédito digital con mayor discernimiento. De forma sugerente, esto implica que los programas de la materia derecho concursal deben innovar para incorporar los aspectos tecnológicos y algorítmicos que la realidad impone. Se trata de forjar las nuevas herramientas y teorías necesarias para proteger al deudor y asegurar la justicia en un futuro donde la deuda es, ineludiblemente, digital.

Si los algoritmos pueden inducir al sobreendeudamiento,[8] ¿podrían también ser diseñados para identificar patrones de riesgo y de potencial de reestructuración? Este es el siguiente paso reflexivo: la tecnología no solo como fuente de problemas, sino como parte de la solución.

El derecho concursal, al igual que el software, necesita de una teoría que lo impulse. Podemos aspirar a marcos legales que fomenten una «cultura de la segunda oportunidad», donde las leyes de insolvencia sean vistas como mecanismos de resiliencia, no de revancha. El desafío es que estas normas no queden solo en el papel, sino que su espíritu permee el accionar judicial y social, transformando la percepción del concurso de condena a trampolín para el aprendizaje y la reinvención. Esto, a su vez, potenciará significativamente el impulso emprendedor en nuestras latitudes, un factor esencial para el desarrollo socioeconómico de la región.

Conclusión: El desafío de equilibrar innovación y protección en la era de la resiliencia

El vertiginoso avance de la tecnología ha transformado radicalmente la dinámica del endeudamiento, posicionando al deudor digital y al emprendedor en una encrucijada sin precedentes. Hemos visto cómo los algoritmos moldean y condicionan el comportamiento financiero, generando un profundo desafío para el derecho concursal. Sin embargo, la verdadera esencia de esta transformación radica en nuestra capacidad para redefinir el rol del concurso.

En definitiva, el futuro del emprendimiento en América Latina dependerá de nuestra capacidad para equilibrar la innovación tecnológica con una robusta protección del deudor y la tutela del crédito. Esto implica redefinir la insolvencia no como una “sanción”, sino como un camino hacia la resiliencia, el aprendizaje de los errores y una verdadera segunda oportunidad.

El derecho concursal del futuro es un herramienta de política económica, que debe ir más allá de la mera solución a la insolvencia, integrando la capacitación preventiva en educación financiera para emprendedores. Es totalmente posible y necesario que esta rama jurídica dote a quienes inician negocios de herramientas para proyectar alternativas y gestionar sus finanzas, fomentando una cultura de planificación que evite el sobreendeudamiento.

Así, no solo se resuelve la crisis, sino que se construye un camino más sólido hacia la estabilidad económica y el éxito empresarial a largo plazo para toda Latinoamérica. Es hora de abrazar la visión de un sistema concursal que impulse, en lugar de frenar, el espíritu innovador de nuestra región en un nuevo ecosistema de economía y finanzas digitales.

Sobre el autor: Carlos Alberto Ferro es abogado. Se especializa en sindicatura concursal, entes en insolvencia y ha cursado estudios doctorales en Derecho y Nuevas Tecnologías en la Universidad de Mendoza. Es miembro del Instituto Iberoamericano de Derecho Concursal.  www.linkedin.com/in/especialista-derecho-insolvencia

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[1] Carlos Alberto Ferro es abogado y profesor universitario de Derecho Comercial II en la Universidad Aconcagua (Mendoza-Argentina).
[2] BBVA. (2025, 14 de abril). Día Mundial del Emprendimiento 2024: ¿Cuál es la región más emprendedora del planeta? BBVA. https://www.bbva.com/es/sostenibilidad/dia-mundial-del-emprendimiento-2024-cual-es-la-region-mas-emprendedora-del-planeta/
[3] O’Neil, C. (2018). Armas de destrucción matemática: Cómo el big data aumenta la desigualdad y amenaza la democracia. Ver https://info-biblioteca.mincyt.gob.ve/wp-content/uploads/2024/11/Armas-de-destruccion-matematica-Cathy-ONeil.pdf
[4] Ferro, C. A. (junio, 2025). Endeudamiento en la era digital: El rol de los algoritmos en la cristalización de pasivos concursales. Errepar,  Doctrina Societaria y Concursal www.errepar.com
[5] López, I. (2025, 1 de junio). CAME: crónica de la insolvencia en un sector que se vuelve menos confiable. Bloomberg Línea. https://www.bloomberglinea.com/latinoamerica/mexico/came-cronica-de-la-insolvencia-en-un-sector-que-se-vuelve-menos-confiable/
[6] Salazar Castellanos, D. (2025, 9 de mayo). Latinoamericanos siguen alejados de inversiones en bolsa y se amplía brecha con EE.UU. Bloomberg Línea. https://www.bloomberglinea.com/
[7] Bratton, B. (2025). The Stack: Sovereignty and Software. Adriana Hidalgo Editora.
[8] Cwaik, J. (2025). El algoritmo: ¿Quién decide por nosotros? Editorial Planeta

 

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